En el pasado discurso del 21 de Mayo, Michelle Bachelet anunció que se inyectarían U$650 millones a la educación. Este anuncio provocó una ola de alabanzas desde el oficialismo y miles de críticas desde la Alianza. Hasta el momento nada nuevo.
Quisiera preguntarle a la presidenta, ¿Qué hará con ese dinero? Probablemente la creación de la superintendencia de Educación (un armatoste burocrático que nada aporta a la calidad de la misma) hará que varios de estos millones se queden en los bolsillos de burócratas, oficinas, implementación, costos de funcionamiento y puesta en marcha, estudios, etc. sin que lleguen realmente adonde se necesitan. Coincido plenamente en el hecho de tener que fiscalizar que los recursos que el Estado pone en la educación se utilicen correctamente con el fin de tener ciudadanos más educados, pero creo que crear otra entidad que sólo aumenta la burocracia, y de paso permite aumentar los cargos de confianza del presidente para pagar favores políticos, no logra mejorar la educación. Si se quiere fiscalizar de forma concreta el uso de recursos, la calidad de la educación, la correcta provisión de infraestructura, entre otros ítems, no es necesario crear nuevas entidades, sólo se debe utilizar de mejor manera lo que existe actualmente.
Por poner un ejemplo, la mejor manera de controlar a cada uno de los colegios que existen en Chile es que cada uno de estos colegios rinda cuentas acerca de sus gastos e ingresos; informe acerca de sus resultados y avances (o retrocesos) académicos; presesente sus necesidades de infraestructura, entre otros tópicos, a su Municipalidad correspondiente. De esta forma, ni el más conocido de los colegios, como el IN; ni la escuelita más apartada de Chile se quedaría sin rendir cuentas, pues cada municipalidad tiene muy claro qué colegios o escuelas hay en su comuna, y donde está cada uno de ellos. Por su parte, cada una de las municipalidades se encargaría de analizar los resultados generando estadísticas educacionales; detectando buenos y malos manejos; podría también generar un catastro de necesidades de infraestructura, personal, recursos, etc. Estas estadísticas recopiladas y las necesidades presentadas, cuantificadas en pesos, irían a parar directamente al SEREMI, quién podría de esta manera presentar requerimientos al ministerio basados en hechos reales, de las necesidades de cada colegio. Además de lo anterior, al contar con toda esa información, la autoridad pertinente puede perfectamente fijar metas a cumplir para cada una de estas escuelas y colegios; y a su vez, el ministerio puede fijar políticas y anunciar inversiones basado en datos duros, no sólo anunciar millonadas sin destino.
¿Es realmente tan complicado aplicar lo que se ha dicho en el párrafo anterior? Simplemente creo que no lo es, sin duda cada director de un colegio debe tener muy claro cuales son sus necesidades y hacer el catastro descrito no es para nada una utopía. Una vez que este catastro esté en manos del Ministerio y de la prensa sabríamos exactamente en qué se pueden gastar todos esos millones de dólares prometidos por el gobierno. ¿Será insuficiente, excesiva o adecuada la cifra entregada el 21 de Mayo?